LA LEYENDA

Buenas, amig@s
Este cuento me parece precioso. Porque lo imaginé un día paseando por un parque. Empecé a imaginar una historia romántica y salió La Leyenda. ¡No siempre van a ser historias de misterio!
Hasta pronto.



LA LEYENDA
La hoguera iluminaba los rostros de todos los que se congregaban a su alrededor, dando más misterio a la reunión y haciendo que las sombras se retorciesen y alargasen.
—Cochise era un hombre fuerte y poderoso. Hijo del jefe de la tribu y digno sucesor a su muerte —dijo la hechicera—. Su valor había sido reconocido por todos los clanes más allá del Gran Rio y le respetaban al igual que a su padre. Aún así, en la intimidad de su tipi, no podía dejar de llorar. Nahimana, la mujer que amaba se estaba uniendo a otro hombre. A un gran guerrero de la tribu de la Montaña Roja. El corazón de Cochise se había partido.
Como cada noche, alrededor del fuego, el clan escuchaba a la mujer narrar las leyendas de su pueblo.
—Tras aquella dura prueba, Cochise intentó huir de sus pesadillas, internándose en el peligro. Partía a cazar con sus hombres y él se alejaba para enfrentarse en solitario a los animales más fuertes y feroces. Pasaba noches lejos de la tribu luchando con la naturaleza y las fieras. Se diría que buscaba la muerte.
La hechicera miró a los ojos de los niños que se encontraban a sus pies, observándola atentamente, haciéndoles retroceder. Hizo una pausa en la que solamente el sonido de la leña al arder se atrevía a romper el silencio y continuó con su narración:
—Los dioses al ver el dolor de Cochise, se apiadaron del hombre. Quisieron evitar su sufrimiento y decidieron convertirle en un árbol. Y para que pudiera estar junto a su tribu y su amada, le permitieron quedarse en la entrada de la Cueva Sagrada, donde el clan se reunía a ofrecer los sacrificios.
Todos los ojos estaban fijos en la mujer mágica. Su atuendo de piel bisonte albino la hacía resplandecer a la luz de la lumbre. Daba brincos y movimientos felinos interpretando la historia que iba narrando. Su pelo negro se movía suavemente, como si flotase dentro del agua. Sus manos alargadas y suaves, se movían grácilmente creando figuras en la pared de roca de la cueva.
¿Dónde está ese árbol, madre? —preguntó su hijo mayor, atreviéndose a romper la magia que se había creado entre la mujer y la tribu.
La bruja no respondió. Su mirada vidriosa estaba fija en el árbol llorón que se erguía junto a la entrada de la Cueva Sagrada.

Estrella Vega
09-12-2019

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