AL OTRO LADO

Buenas, amig@s

Este cuento lo hice pensando en presentarlo para un concurso. Luego se me ocurrieron otros dos, y eso me complicó la vida...
Tuve que preguntar a mis lectores beta cuál les parecía mejor. Yo era incapaz de decidirme.


Espero que os guste...


AL OTRO LADO
«Siete años de mala suerte. Ya verás. Y aún tengo que dar gracias de que, aunque magullada y en un estado lamentable, estoy enterita» —pensó con algo de humor, mientras intentaba apartar de su rostro, la lengua pegajosa de Jacky. 

Se levantó con dificultad, y lanzó de una patada al juguete del perro, culpándole de la caída. Desde pequeña su madre la incriminó por ser desordenada, y ella lo reconocía. Un perro revoltoso como compañero de piso, no ayudaba en absoluto.

Aunque se sintió aliviada, le sorprendió ver el espejo. A pesar del golpe, seguía intacto. Estaba segura de que se habría hecho añicos, o rajado cuanto menos. Pero allí estaba, inquebrantable, mirándole con insolencia.

Ignoraba cuánto tiempo había estado inconsciente. La frente aún le dolía, y se sentía tambalear. Manteniendo el equilibrio a duras penas, y oscilando como un tentetieso, sus pies la arrastraron al sofá. Necesitaba tumbarse un momento.

Pero sus deseos se desvanecieron. Jacky no estaba conforme con esa decisión. Tras recibir varios lametazos, se rindió y, a regañadientes, se levantó. Puso la correa al animal y se encaminaron al monte. 

No recordaba que anunciasen precipitaciones para esa tarde. La inesperada lluvia había limpiado el ambiente empañado, haciéndolo más vistoso y colorido. Miraba todo con ojos nuevos.

Por el camino de tierra vio acercarse a un conocido. Cuando estuvo más cerca, le saludó con la mano. El hombre la miró inquisidor, haciéndola sentir ridícula. Se fijó más en él y reconoció que se le parecía, pero no tanto como para haberlo confundido. Cuando llegó a su altura, fingió mirar el móvil, disimulando.

El resto del camino, siguió tropezándose con gente que creía conocer. Observaba sus rostros familiares, pero ellos la ignoraban. 

Para decepción de Jacky, decidió regresar a casa antes de lo habitual. El animal estaba alterado, y le costó soltar la correa. Mientras lo desataba, se detuvo, observándole con más detenimiento. El pelo más claro, movimientos más agiles de lo habitual… Estaba desconcertada. Era Jacky, y a la vez, no lo era.

Tal aglomeración de sensaciones la estaban perturbando. Desde el accidente con el espejo su mente estaba aturdida. Se ahogaba en un mar de pensamientos que la impedían emerger para tomar aire y recapacitar.

Preparó la escudilla de Jacky con su cena y, después, dispuso la suya. Algo ligero con un analgésico de guarnición. 

Se tocó el golpe en la frente. Le provocó pinchazo de dolor y tuvo que sofocar un grito. Debía ponerse algo en el bulto que ya tomaba una dimensión considerable. Rebuscó en los cajones y, finalmente, encontró una pomada perfecta para la ocasión.

Inclinándose frente al espejo, el chichón prometía cambiar en una llamativa paleta de colores. Se disponía a untarse de crema y el espejo le mostró su imagen. Eran sus ojos oscuros rodeados de espesas pestañas, sus cejas pobladas, su rostro cetrino... Pero no se reconocía. Parecía estar viendo una mala copia de ella misma. 

Sintió náuseas, y un sudor frío humedeció su piel le provocó un escalofrío.

El espejo, como una burla cruel, le devolvía su reflejo. Una imagen distorsionada de la realidad.

Al observar minuciosamente los detalles que le impedían ser ella misma, algo le llamó la atención en el fondo oscuro reflejado. 

La imagen del retrovisor de interior de un automóvil le vino a la mente como un destello. Parecía que hubiese accionado la palanquita, variando el ángulo para evitar que la deslumbrase una luz imaginaria.

Con un brinco se apartó retrocediendo. Había visto un rostro asustado, tan aterrado como el de ella, que parecía gritar al otro lado. Parecía que su verdadero reflejo hubiese quedado atrapado tras el cristal. Y ella no podía hacer nada para ayudarla. Ambas prisioneras al otro lado del espejo.

Estrella Vega

28/02/2020